La Costa Rica ciudadana

Si el día 30 de agosto de 2021 despuntó el sueño ciudadano de la nueva Costa Rica, hoy, 12 de julio de 2025, festejamos la apoteosis del cambio logrado.

 

De entonces acá, se esculpió todo un hito sobre el oro patrio de nuestra historia: despertar al pueblo de la pesadilla en que, por décadas, lo sumió la vieja clase política gobernante.

 

Miles de costarricenses entendieron por fin que, de 1970 a hoy, se ha venido fraguando, por parte del bipartidismo, toda una cleptocracia autócrata para dejarnos sin país.

 

Lo ha hecho de dos maneras singularmente macabras:

 

Una, consolidándose en el poder a través de secuestrar las instituciones públicas para, desde ahí, ejercer su solapada tiranía.

 

Imponiendo sus propias leyes, intereses y caprichos en menoscabo del normal funcionamiento del Estado y la sociedad como un todo.

 

Otra, haciendo «mesa gallega» con nuestros bienes y recursos para satisfacer su infinita sed de privilegios sobre la delicia de hipotecar el país con deudas suicidas.

 

En detrimento, por supuesto, de miles y miles de ciudadanos que día a día pierden la oportunidad de una mejor salud, educación, vivienda, trabajo, seguridad y bienestar general.

 

No nos engañemos: hace tiempo dejamos de ser una auténtica democracia.

 

La actual es solo el espejismo hilvanado por la impostura, la demagogia y las promesas vacías de la casta corrupta.

 

No bien anunció Pilar Cisneros, aquel 30 de agosto, su apoyo y adhesión al movimiento ciudadano de Rodrigo Chaves, ardió Troya.

 

Todavía hoy cuesta entender cómo el candidato por el que nadie daba un cinco en ese momento fuera capaz, en un santiamén, de detonar tal Armagedoon político.

 

¿Qué de él les preocupaba tanto a los bipartidistas?

 

¿El adiós a su bacanal?

 

El acto de hoy en el hotel Aurola Holiday Inn, encabezado por la misma Pilar, abre de par en par las puertas a la multitud ciudadana ansiosa de ser, por fin, genuinamente representada.

 

En los supremos poderes, en las instituciones y en el corazón mismo de esta patria.

 

Con una presidencia y una mayoría legislativa que les devuelva su dignidad.

 

Los derechos que la casta les cercenó: su paz, su libertad, su justicia, entre otros muchos valores inherentes a su esencia humana y ciudadana.

 

Es de esperar, por supuesto, que la dictadura institucional de los egos y apellidos recrudezca con alguna nueva andanada de ataques al pueblo.

 

Impidiéndole al gobernante que eligió hasta asomarse por la ventana de la Casa Presidencial para que no cumpla con su deber moral y constitucional de servir a los nadie y rendir cuentas.

 

Todo lo cual me parece de maravilla porque si a lo largo de ese tiempo la oposición ha ido cavando su propia tumba a grandes paladas, con su nueva embestida se ganará, de parte de nuestro pueblo, su buen epitafio:

 

«Ni el olvido te absolverá».

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Si yo fuera candidato